Herida Absurda de Sonia Daniel
Reflexiones:
Leer la obra de Sonia es transportarse a un mundo onírico y lírico, lleno de metáforas, de simbolismos, de crudas verdades dichas de manera natural, como si formaran parte —y lo hacen— de nuestro cotidiano vivir. Es conocer a personajes que reflejan esos sentires internos llevados en la piel que habita la palabra, para desgranarlos públicamente mientras tomamos el té, o vemos su vida sobre un escenario. Estas tres mujeres son una, pero también son todas: la abuela, la madre, la hija, la hermana, la tía, la prima, la vecina de cualquiera de nosotros. Conversan, comen, recuerdan, se anticipan, sueñan, viven en esa estación de trenes, esperando subirse al suyo, que no saben cuándo vendrá, pero que están seguras tomarán en algún momento. Porque lo que tienen en el andén de enfrente es su vida, y ellas asisten a ese espectáculo como espectadoras de su propio relato, como fotografías que ven pasar desde la ventanilla de un tren. Leer la obra de Sonia, y conocerla personalmente, es revivir la infancia llena de siestas de aventuras, de tradiciones de abuelas, de cuidados de madre. Es emocionarse y sentir que llevar la historia al escenario era no sólo justicia, si no una necesidad que nos habitaba y que nos ayudó a sanar las absurdas heridas que acarreamos como humanos.
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